El año pasado fue mi año Thomas Hardy. Leí sus obras principales porque tenía tiempo por la pandemia. Este año mi vista se vuelca al inglés Kazuo Ishiguro que llegó de Japón a los cinco años de edad, así que toda su obra es en el idioma de Shakespeare.
Tengo interés en un solo libro de él, pero bueno, quiero llegar a él en orden cronológico así que leeré los seis libros anteriores de este Premio Nobel de Literatura.
Su primera obra es esta: Pálida Luz en las Colinas. Obra de juventud pero que lo puso en el escaparate por la elegancia de su pluma, sus largos párrafos y su descripción de la vida cotidiana como solo un buen observador lo puede lograr.
Tenemos aquí a tres madres y su relación con su descendencia no podría ser mas diferente, nadie juzga, el escritor no lo hace, pero tú como lector seguro lo harás y tendrás juicios que reservarás hasta el final.
Un camino muy lento en donde casi todo transcurre en un Verano en la ciudad de Nagasaki (donde nace el autor) recién terminada la Segunda Guerra Mundial y con los sobrevivientes buscando como rehacer su vida unos años después de la rendición aunque la normalidad se asoma a la vuelta de cada esquina.
No es un libro espectacular, ni forma parte de la temática que el autor tomó en sus obras de madurez, pero es un libro honesto en el que podemos reflejar nuestros miedos, nuestras carencias como madres o padres y el carácter difuso que la figura paterna usualmente lanza sobre su familia.
Me gusta mucho el carácter débil/fuerte de la mujer japonesa y como lo dibuja perfectamente Ishiguro.
3.5/5 estrellas.
La memoria, me doy cuenta, puede ser algo poco confiable; a menudo está muy coloreado por las circunstancias en las que uno recuerda, y sin duda esto se aplica a algunos de los recuerdos que he reunido aquí.