Hay gente afortunada en el caso de las metáforas de negocios, si no que le pregunten al famoso “ratón que se ha llevado queso” y seguramente sabrá que en muy pocas reuniones de negocios alrededor del mundo se deja de mencionar la dichosa fábula, siendo actualmente un lugar común que no necesita ser explicado para ser entendido, de hecho son pocas las personas que conozco que hayan leído realmente el dichoso panfleto, por lo menos yo no lo he hecho. Pero una vez que entran en la psicología del vulgo se instalan plácidamente y no dejan lugar a ninguna duda. En el terreno de la Literatura ocurre algo similar, sólo recuerde la figura del Quijote y su lucha contra los molinos de viento. Pero ¿recuerda cuantos de sus conocidos han tomado entre sus manos y leído de cabo a rabo la obra entera? ¿Gulliver? ¿Robinson Crusoe? ¿Uno para todos y todos para uno? ¿Ya leyó Los Tres Mosqueteros? ¿ve lo que le digo? El caso puede seguir asi y se dará cuenta que lo importante es dar con la metáfora adecuada que nos obligue a movernos de acuerdo a la sabiduría colectiva. Regresando al tema de los negocios hay un hombre que es afortunado en esto de crear arquetipos mentales para hombres modernos y es el experiodista inglés Malcolm Gladwell, quien en su obra primera nos llevó a darnos cuenta que en todos los negocios como en la vida misma llega el momento exacto del “tipping point” el punto en el que una idea se transforma en algo útil, el punto de cristalización, el punto de ebullición de un negocio, cuando comienza realmente la historia en el terreno fértil de los negocios. Para cada idea existe un determinado “tipping point” un punto de inflexión en el espacio temporal que como ya hemos explicado ha entrado a formar parte de manera ubicua de las presentaciones de negocios y de toda la jerga que las acompaña. Pero Gladwell no se iba a quedar asi como asi y ahora decide entregarnos otra joya para nuestro vocabulario y es precisamente el título de su segundo libro: Blink, the power of thinking without thinking (Back Bay Books, 2005, $7.95USD, 273 pp.) un título contradictorio que me mantuvo alejado del libro varios meses hasta que me decidí un día tomarlo y bueno lo menos que hay que decir es que es interesante. Bien documentado y a la manera extraña de Freakonomics sacando ejemplos de los lugares mas insospechados (luchadores de sumo y maestros) para apoyar la tesis central, que es la de las primeras impresiones por encima de los juicios lentos que nuestros abuelos preferían recomendarnos. Es mas importante, argumenta el autor, el “corte fino” que hacemos de cualquier situación que lo que dejamos para después. El “snap judgement” con ejemplos que van desde el mundo del arte hasta los policíacos, de la psicología del divorcio al béisbol y al tenis profesional Gladwell documenta muy bien su caso y nos remite al “Cerebro de Broca” en el que tanto insistía a finales de los setenta Carl Sagan. Los capítulos sobre la sala de emergencias del County General de Chicago le serán muy queridos a todos los fans de la serie de televisión ER (incluído el que esto escribe) y por supuesto me gustaría ahondar mas en sus historias sobre la música clásica en la que queda en entredicho el nombre del director ya mítico Sergiu Celibidache, ya que aplicó su snap judgement en una ocasión y tuvo que vivir arrepentido varios años a resultas de eso. ¿Cuántas veces no nos hemos guiado por una corazonada por encima de lo que indicaba el cerebro? Así se casa uno, eso es snap judgement. Un buen libro sin un verdadero uso práctico en la vida, no me puedo imaginar a ningún hombre de negocios tomando decisiones al vuelo porque lo leyó aquí, pero aun asi no deja de tener resonancias impresionantes. Gladwell que nació en Inglaterra, creció en Canadá y vive en Estados Unidos ha vivido y observado lo suficiente para hacernos razonar sobre los poderes de observación de los que no observan (aparentemente).