Hay ocasiones en la que te toca ser la mosca en la pared, el quedarte dentro de un clóset mientras se lleva a cabo una escena íntima en la recámara.
Así se siente el comenzar a leer este libro, un intruso mientras se lleva a cabo una conversación entre dos personas y poco a poco se vuelve mas personal y Tu no tienes a donde voltear.
Un tomo pequeño, epistolar entre dos extraños que viven su soledad de manera diferente. El en la quietud de un museo y en una casa ya sin hijos y Ella un mundo interior abundante en medio de esposo, hijos, nietos y el trabajo diario en una granja.
Hay mas similitudes que disonancias en esas soledades y poco a poco ambos se darán cuenta de eso.
Un trozo de vida de dos personas maduras que saben que la vejez y el olvido están a la vuelta de la esquina.
No es romance, sino un despertar a la vida.
4/5 estrellas sólidas.