Viví en la Ciudad de México a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa rodeado de personas de Mérida, Veracruz, Cd. Obregón y, por supuesto, Sinaloa en una casa de asistencia hasta que conseguí rentar un departamento, feo, pero para mí solo.
De todos nosotros mi amigo Memo era definitivamente el que mejor sabía comprender ese extraño mundo de las mujeres. Para él no tenían secretos: adolescentes, solteras, casadas, ricas, menos ricas, (pobres no) él sabía como conquistar a cada una. Las casadas eran su pasión.
Estudiante de Leyes, el Memo no era el mas guapo del grupo, ese era yo por supuesto, como cualquier persona que me conoce sabe, pero siempre fui muy bembo para las mujeres, nunca supe como, así que escuchaba embelesado su secreto para conquistar casadas: En Liverpool o en Suburbia (tal vez algún día les escriba el método que utilizaba). Muy ricas: en «El Trocadero» que era el lugar donde la clase alta tomaba sus bebidas de fin de semana y ahí conoció, en sentido bíblico también, a varias, entre ellas tres hermanas jóvenes y solteras de clase muy muy alta que si han visto la película «Teorema» de Pasolini es mas o menos la trama que se llevó a cabo durante dos años con ellas.
Don Draper de Sinaloa
Un día de copas nos planteó un secreto para nosotros que no teníamos sus virtudes de Casanova y era un plan de conquista para quien tuviera departamento de soltero y recordando supe de inmediato que Don Draper no era nada por un lado de mi amigo Memo.
El primer paso es que te la lleves al cine o a cenar y posteriormente la invitas a tu departamento a que lo conozca o a tomar una copa, al llegar ahí cierras todas las puertas y te aseguras que lo único que vea sea una cama (dejando claro a que van). Te va a preguntar si no tienes sala, le dices que no, que aun no te la entregan, ¿no tienes cocina? Este modelo de departamento no traía. ¿Baño? No ¿Y como le haces? Pues por la ventana cuando me urge. El caso es que la única actividad a la vista, pues, era la cama.
Él no lo sabía pero me estaba describiendo en 1985 lo que sería conocido como una Landing Page mas tarde. Una página diseñada alrededor de un botón que dice «Comprar» y es todo lo que hay que hacer ahí y que a muchos de mis clientes les cuesta trabajo comprender ya que tienen una hermosísima página web por la que pagaron dos millones de euros y la quieren utilizar para todo, pero los puntos de escape son tantos que sería como pastorear a un grupo de gatos y que todos fueran al mismo lugar.
Así que de vez en cuando comento la historia de mi amigo Memo como ejemplo con algún cliente y les digo «cierra la cocina», bueno, a menos que el objetivo de llevarla a tu departamento fuera que te hiciera una quesadilla.
¿Que pasó con Memo? Pues casado y con dos hijos viviendo en Estados Unidos. Una bella familia.