2020. Pandemia de un coronavirus y poca nueva música en el panorama y de repente llega el 16 de julio y cambia todo. El grupo Kansas tiene un álbum nuevo en el mercado. Cuatro años después de su última producción llega The Absence of Presence y nos sentamos a escucharlo varias veces antes de dar el veredicto.
De entrada el grupo nunca fue rock progresivo por completo, tenía sus momentos pero «Carry on my Wayward Son» y «Dust in the Wind» no tienen nada que ver con Emerson, Lake and Palmer. Por otro lado tenemos que del grupo original solo queda Rich Williams en la guitarra, Phil Ehart en la batería y un Bill Greer en el bajo que aunque no es el original si tiene ya tiempo con el grupo, el resto son jóvenes que han escuchado a fondo lo anterior del grupo y si representan muy bien el legado.
El álbum es bueno y si cierras los ojos, apagas la luz y lo ves de lejos si parece Kansas en su mejor momento sin llegar producir canciones que se volverán clásicas como las dos mencionadas antes. La primera de ellas, la mas larga de esta producción con mas de ocho minutos es la que da nombre al álbum y trae buenos momentos, desde el violín de David Ragsdale que en tono y volumen es muy similar a lo que escuchábamos antes y los teclados arpegiados de Tom Brislin diferentes pero no malos. Buena canción. En la siguiente «Throwing Mountains» tenemos un grupo con sonido mas Hard Rock gracias a la guitarra del nuevo integrante Zak Rizvi cuyo sonido es mas ochentero.
Me gusta casi todo excepto la balada genérica «Never» y tengo sentimientos encontrados sobre la balada rock-pop «Memories Down the Line» que vendría a ser «Dust in the Wind» versión Siglo XXI de acuerdo a la crítica pero que sus letras de dejar un legado para las nuevas generaciones se me hacen cursis.
No es un mal álbum si eres fan de Kansas y si no los conoces, bueno, esta es tu oportunidad de conocer al único grupo de rock que trae un violinista en estos momentos. Te va a gustar. 3.5/5 estrellas.
De entrada el grupo nunca fue rock progresivo por completo, tenía sus momentos pero «Carry on my Wayward Son» y «Dust in the Wind» no tienen nada que ver con Emerson, Lake and Palmer. Por otro lado tenemos que del grupo original solo queda Rich Williams en la guitarra, Phil Ehart en la batería y un Bill Greer en el bajo que aunque no es el original si tiene ya tiempo con el grupo, el resto son jóvenes que han escuchado a fondo lo anterior del grupo y si representan muy bien el legado.
El álbum es bueno y si cierras los ojos, apagas la luz y lo ves de lejos si parece Kansas en su mejor momento sin llegar producir canciones que se volverán clásicas como las dos mencionadas antes. La primera de ellas, la mas larga de esta producción con mas de ocho minutos es la que da nombre al álbum y trae buenos momentos, desde el violín de David Ragsdale que en tono y volumen es muy similar a lo que escuchábamos antes y los teclados arpegiados de Tom Brislin diferentes pero no malos. Buena canción. En la siguiente «Throwing Mountains» tenemos un grupo con sonido mas Hard Rock gracias a la guitarra del nuevo integrante Zak Rizvi cuyo sonido es mas ochentero.
Me gusta casi todo excepto la balada genérica «Never» y tengo sentimientos encontrados sobre la balada rock-pop «Memories Down the Line» que vendría a ser «Dust in the Wind» versión Siglo XXI de acuerdo a la crítica pero que sus letras de dejar un legado para las nuevas generaciones se me hacen cursis.
No es un mal álbum si eres fan de Kansas y si no los conoces, bueno, esta es tu oportunidad de conocer al único grupo de rock que trae un violinista en estos momentos. Te va a gustar. 3.5/5 estrellas.